José María Arguedas Altamirano (Andahuaylas, 18 de
enero de 1911 - Lima, 2 de diciembre de 1969) fue un escritor, poeta, traductor, profesor, antropólogo y etnólogo peruano. Como escritor es autor denovelas y cuentos que lo han llevado a ser considerado como uno de los tres grandes
representantes de la narrativa
indigenista en
el Perú, junto con Ciro Alegría y Manuel Scorza. Introdujo en la literatura indigenista una visión
interior más rica e incisiva. La cuestión fundamental que se plantea en sus
obras es la de un país dividido en dos culturas (la andina de origen quechua y
la occidental, traída por los españoles), que deben integrarse en una relación
armónica de carácter mestizo. Los grandes dilemas, angustias y esperanzas que
ese proyecto plantea son el núcleo de su visión.
Su labor como antropólogo e investigador social no ha sido muy
difundida, pese a su importancia y a la influencia que tuvo en su trabajo
literario. Se debe destacar su estudio sobre el folclore peruano, en particular
de la música andina; al respecto tuvo un contacto estrechísimo con cantantes,
músicos,danzantes
de tijeras y
diversos bailarines de todas las regiones del Perú. Su contribución a la
revalorización del arte indígena, reflejada especialmente en el huayno y la danza, ha sido muy importante.
Fue además traductor y difusor de la literatura quechua, antigua y
moderna, ocupaciones todas que compartió con sus cargos de funcionario público
y maestro. Su obra maestra fue Los Ríos Profundos.
José María Arguedas nació en Andahuaylas, en la sierra sur del Perú. Proveniente de una
familia criolla y aristócrata por parte materna, quedó huérfano de madre a los
dos años de edad. Por la poca presencia de su padre ―que era un abogado litigante y viajero―, y su mala relación con
su madrastra y su hermanastro, se refugió en el cariño de los sirvientes
indios, lo que hizo que se adentrara con la lengua y costumbres andinas que
modelaron su personalidad. Sus estudios de primaria los realizó en San Juan de Lucanas, Puquio y Abancay, y los de secundaria en Ica, Huancayo y Lima.
Ingresó a la Facultad de Letras de la Universidad de San Marcos, en 1931; allí se licenció en Literatura, y posteriormente cursó Etnología, recibiéndose de bachiller en 1957 y doctor en
1963. De 1937 a 1938 sufrió prisión en razón de una protesta contra un enviado
del dictador italiano Benito
Mussolini.
Paralelamente a su formación profesional, en 1941 empezó a desempeñar el
profesorado, primero en Sicuani, Cusco, y luego en Lima, en los colegios nacionales Alfonso Ugarte, Guadalupe y Mariano Melgar, hasta 1949. Ejerció también
como funcionario en el Ministerio de Educación, poniendo en evidencia su interés por preservar y
promover la cultura peruana, en especial la música y la danza andinas. Fue
Director de la Casa de la Cultura (1963-64) y Director del Museo Nacional de
Historia (1964-1966). En el campo de la docencia superior, fue catedrático de
Etnología en la Universidad de San Marcos (1958-1968) y en la Universidad Agraria La Molina (1962-1969). Agobiado por conflictos
emocionales, puso fin a sus días disparándose un tiro en la sien.
Su obra narrativa refleja, descriptivamente, las experiencias de su vida
recogidas de la realidad del mundo andino, y está representada por las
siguientes obras: Agua (1935), Yawar fiesta (1941), Diamantes y pedernales (1954), Los ríos profundos (1958), El Sexto (1961), La agonía de Rasu Ñiti (1962),Todas las sangres (1964), El sueño del pongo (1965), El zorro
de arriba y el zorro de abajo (publicado póstumamente en 1971). Toda su
producción literaria ha sido compilada en Obras completas (1983).
Además, realizó traducciones y antologías de poesía y cuentos quechuas. Sin
embargo, sus trabajos de antropología y etnología conforman el grueso de toda
su producción intelectual escrita, y no han sido revalorados todavía.
Nacimiento e infancia
José María Arguedas Altamirano nació el 18 de
enero de 1911 en la ciudad
de Andahuaylas, en la sierra sur del Perú. Era hijo de Víctor
Manuel Arguedas Arellano, un abogado cuzqueño que ejercía de Juez en diversos
pueblos, y de Victoria Altamirano Navarro, perteneciente a una hacendada y
acaudalada familia de Andahuaylas. Cuando tenía dos años y medio de edad,
falleció su madre, víctima de «cólicos hepáticos»; pasó entonces a vivir a la
casa de su abuela paterna, Teresa Arellano, en la ciudad de Andahuaylas.
En 1915, su padre al ser nombrado Juez de primera instancia de la provincia de Lucanas (departamento de Ayacucho), se trasladó a dicha sede, donde poco después se
casó con una rica hacendada del San Juan de Lucanas, provincia del mismo nombre del departamento de
Ayacucho, Grimanesa Arangoitia Iturbi viuda de Pacheco (1917). El pequeño José
María viajó entonces a Lucanas, para reunirse con su madrastra; el viaje fue
todo un acontecimiento para él, como lo recordaría siempre. La familia se
instaló en Puquio capital de la provincia de Lucanas del
departamento de Ayacucho. José María y su hermano Arístides, dos años mayor que
él, fueron matriculados en una escuela particular. Al año siguiente, 1918, los
dos hermanos continuaron sus estudios en San Juan de Lucanas, a 10 km de
Puquio, viviendo en la casa de la madrastra. En 1919, Arístides fue enviado a
estudiar a Lima y José María continuó viviendo con la madrastra.
En 1920, tras la ascensión al poder de Augusto B. Leguía, el padre de José María ―que era del partido
contrario (pardista)― fue removido de
su cargo de juez y tuvo que retornar a su profesión de abogado litigante y viajero, trajinar que solo le
permitía hacer visitas esporádicas a su familia. Esta etapa de la vida del niño
José María estuvo marcada por la difícil relación que sostuvo con su madrastra
y con su hermanastro Pablo Pacheco. Aquella sentía por su hijastro un evidente
desprecio, y constantemente lo mandaba a convivir con los criados indígenas de
la hacienda, de la cual solo lo recogía a la llegada de su padre, tal como lo ha
relatado Arguedas en el primer encuentro de narradores realizado en Arequipa en
1965.[cita requerida] Por su parte el hermanastro lo maltrataba física y
psicológicamente e incluso en una ocasión le obligó a presenciar la violación
de una de sus tías, que era a la vez la mamá de uno de sus compañeritos de
escuela (los «escoleros» mencionados en varios de sus cuentos). Al parecer, esa
fue solo una de las tantas escenas sexuales que fue obligado a presenciar, ya
que el hermanastro tenía muchas amantes en el pueblo.1 La figura de este hermanastro habría de
perdurar en su obra literaria personificando al gamonal abusivo, cruel y
lujurioso. Sobre aquel personaje diría Arguedas posteriormente:
Cuando llegó mi hermanastro de vacaciones, ocurrió
algo verdaderamente terrible (...) Desde el primer momento yo le caí muy mal porque
este sujeto era de facciones indígenas y yo de muchacho tenía el pelo un poco
castaño y era blanco en comparación con él. (...) Yo fui relegado a la cocina
(...) quedaba obligado a hacer algunas labores domésticas; a cuidar los
becerros, a traerle el caballo, como mozo. (...) Era un criminal, de esos
clásicos. Trataba muy mal a los indios, y esto sí me dolía mucho y lo llegué a
odiar como lo odiaban todos los indios. Era un gamonal.2
Algunos, sin embargo, consideran que el supuesto maltrato de la
madrastra fue una ficción; entre ellos el mismo Arístides.3
A mediados de julio de 1921 José María se escapó de la casa de la
madrastra junto con su hermano Arístides, que había retornado de Lima; ambos
fueron a la hacienda Viseca, propiedad de su tío Manuel Perea Arellano, situada
a 8 km de San Juan de Lucanas. Allí vivió durante dos años, en
ausencia del padre, conviviendo con los campesinos indios a quienes ayudaban en
las faenas agrícolas. De dos campesinos guardaría un especial recuerdo: don
Felipe Maywa y don Víctor Pusa. Para José María fueron los años más felices de
su vida.
Adolescencia y primera
juventud
En 1923 abandonó su retiro al ser recogido por su padre, a quien
acompañó en sus frecuentes viajes laborales, conociendo más de
200 pueblos. Pasaron por Huamanga, Cuzco y Abancay. En esta última ciudad ingresó como interno en el Colegio Miguel Grau
de los Padres Mercedarios, cursando el quinto y sexto grado de primaria,
entre 1924 y 1925, mientras su padre continuaba su vida itinerante y su hermano
Arístides seguía su educación en Lima. Esta etapa de su vida quedó
conmovedoramente plasmada en su obra maestra, Los ríos profundos:
Mi padre no pudo encontrar nunca dónde fijar su
residencia; fue un abogado de provincias, inestable y errante. Con él conocí
más de doscientos pueblos. (...) Pero mi padre decidía irse de un pueblo a otro
cuando las montañas, los caminos, los campos de juego, el lugar donde duermen
los pájaros, cuando los detalles del pueblo empezaban a formar parte de la
memoria. (...) Hasta un día en que mi padre me confesó, con ademán
aparentemente más enérgico que otras veces, que nuestro peregrinaje terminaría
en Abancay. (...) Cruzábamos el Apurímac, y en los ojos azules e inocentes de
mi padre vi la expresión característica que tenían cuando el desaliento le
hacía concebir la decisión de nuevos viajes. (...) Yo estaba matriculado en el
Colegio y dormía en el internado. Comprendí que mi padre se marcharía. Después
de varios años de haber viajado juntos, yo debía quedarme; y él se iría solo.4
En el verano de 1925, cuando se hallaba de visita en la hacienda
Karkequi, en los valles del Apurímac sufrió un accidente con la rueda de un trapiche, de resultas del cual perdió dos dedos de la mano
derecha y se le atrofiaron los dedos restantes.5 Se dice que atribuyó el hecho a un castigo
sobrenatural por practicar la masturbación.[cita requerida]
En 1926, junto con su hermano Arístides empezó sus estudios secundarios
en el colegio San Luis Gonzaga de Ica, en la desértica costa peruana, hecho que marcó su
alejamiento del ambiente serrano que había moldeado hasta entonces su infancia,
pues hasta entonces había visitado la costa solo de manera esporádica. Cursó
allí hasta el segundo año de secundaria y sufrió en carne propia el desprecio
de los costeños hacia los serranos, tanto de parte de sus profesores como de los
mismos alumnos. Se enamoró intensamente de una muchacha iqueña llamada Pompeya,
a quien le dedicó unosacrósticos, pero ella lo rechazó diciéndole que no quería
tener amores con serranos.6 Él se vengó llegando a ser el primero de la
clase en todos los cursos, derrumbando así la creencia de la incapacidad
intelectual del hombre andino.
En 1928 reanudó su vida trashumante otra vez en la sierra, siempre junto
a su padre. Vivió entre Pampas y Huancayo; en esta última ciudad cursó el tercero de secundaria, en el colegio
Santa Isabel. Fue allí donde se inició formalmente como escritor al colaborar
en la revista estudiantil Antorcha; se dice también que por
entonces escribió una novela de 600 páginas, que tiempo después le
arrebataría la policía, pero de la que no ha quedado huella alguna.7
Cursó sus dos últimos años de secundaria (1929-1930) en el Colegio
Nuestra Señora de La Merced, de Lima, casi sin asistir a clases pues viajaba con
frecuencia a Yauyos para estar al lado de su padre, que se
hallaba agobiado por la estrechez económica. Aprobó los exámenes finales,
terminando así sus estudios escolares prácticamente estudiando sin maestro.
Vida universitaria
En 1931, ya con 20 años de edad, se estableció permanentemente en Lima e ingresó a la Facultad de Letras de la Universidad
Nacional Mayor de San Marcos. Allí, contra lo que esperaba, fue recibido con cordialidad y respeto
por sus condiscípulos, entre los que se contaban los futuros filósofos Luis Felipe Alarco y Carlos Cueto Fernandini, y los poetas Emilio Adolfo Westphalen y Luis Fabio Xammar. A raíz del fallecimiento de su padre, ocurrido el
año siguiente, se vio forzado a ganarse la vida entrando a trabajar como auxiliar
en la Administración de Correos. Era apenas un puesto de portapliegos, pero los
180 soles mensuales de sueldo aliviaron sus necesidades económicas a lo
largo de cinco años.8
En 1937 fue apresado por participar en las protestas estudiantiles
contra la visita del general italiano Camarotta, jefe de una misión policial de
la Italia fascista. Eran los días de la dictadura de Óscar R. Benavides. Fue trasladado al penal «El Sexto» deLima, donde permaneció 8 meses en prisión,
episodio que tiempo después evocó en la novela del mismo nombre. Pero a pesar de simpatizar con el ideario
comunista, nunca participó activamente en la política militante. Estando en
prisión, se dio tiempo para traducir muchas canciones quechuas que aparecieron
en su segundo libro publicado: Canto kechwa (1938).
Educador, etnólogo y
literato
Perdido su trabajo en el Correo y lograda su Licenciatura de Literatura
en San Marcos, Arguedas inició su carrera docente en el Colegio Nacional «Mateo
Pumacahua» de Sicuani, en el departamento de Cuzco, como profesor de Castellano y Geografía y con el
sueldo de 200 soles mensuales (1939-1941). Allí, junto con sus alumnos,
llevó a cabo un trabajo de recopilación del folclor local. Descubrió entonces
su vocación de etnólogo. Paralelamente contrajo matrimonio con Celia
Bustamante Vernal, el 30 de junio de 1939, quien junto con su hermana Alicia era
promotora de la Peña Cultural «Pancho Fierro», un legendario centro de reunión
de artistas e intelectuales en Lima.
En 1944 presentó un episodio depresivo caracterizado por decaimiento,
fatiga, insomnio, ansiedad y probablemente crisis de angustia, por
lo cual pidió licencia repetidas veces en su centro de labor docente, hasta
1945. Este episodio lo describió en sus cartas a su hermano Arístides y brevemente
en sus diarios insertados en su novela póstuma El zorro
de arriba y el zorro de abajo; en una de esas cartas (con fecha 23 de julio de
1945) dijo:
Yo sigo mal. Van tres años que
mi vida es una alternativa de relativo alivio y de días y noches en que parece
que ya voy a terminar. No leo, apenas escribo; cualquier preocupación intensa
me abate totalmente. Sólo con un descanso prolongado, en condiciones
especiales, podría quizá, según los médicos, curar hasta recuperar mucho mi
salud. Pero eso es imposible.
Se recuperó, pero eventualmente tendría otras recaídas posteriores.
Según atestigua César Lévano, en esta época Arguedas estuvo muy cerca de
los comunistas, a quienes apoyó en diversas labores, como en la de capacitación
a círculos obreros.11 Los apristas lo acusaron de ser un «conocido
militante comunista», acusación que sin duda tuvo mucho eco pues a fines de
1948 la recién instalada dictadura de Manuel A. Odría declaró a Arguedas «excedente», cesándolo de
su puesto de profesor en el colegio Mariano Melgar. Al año siguiente se
inscribió en el Instituto de Etnología de San Marcos y reanudó su labor
intelectual. Ese mismo año publicó Canciones y cuentos del pueblo
quechua. En los años siguientes continuó ejerciendo diversos cargos en
instituciones oficiales encargadas de conservar y promover la cultura.
En marzo de 1947 fue nombrado Conservador General de Folklore del Ministerio de Educación, para luego ser promovido a Jefe de la Sección
Folklore, Bellas Artes y Despacho del mismo Ministerio (1950-1952). Llevó a
cabo importantes iniciativas orientadas a estudiar la cultura popular en todo
el país. Por su gestión directa, Jacinto Palacios, el gran trovador andino,
grabó el primer disco de música andina en 1948. Los teatros Municipal y Seguraabrieron sus puertas al arte andino.
Entre 1950 y 1953 dictó cursos de Etnología y Quechua en el Instituto
Pedagógico Nacional de Varones. En 1951 viajó a La Paz, Bolivia, para participar en una reunión de
la OIT (Organización Internacional del Trabajo). En
1952 hizo un largo viaje con su esposa Celia por la región central andina,
recopilando material folclórico, que publicó con el título de Cuentos
mágico-realistas y canciones de fiestas tradicionales del valle de Mantaro,
provincias de Jauja y Concepción. En 1953 fue nombrado director del
Instituto de Estudios Etnológicos del hoy Museo Nacional de la Cultura Peruana,
cargo en el que permaneció durante diez años; simultáneamente dirigió la
revista Folklore Americano (órgano del Comité Interamericano
de Folklore, del que era secretario).
En 1954 publicó la novela corta Diamantes y pedernales, conjuntamente con una reedición de los cuentos
de Agua, a las que sumó el cuento Orovilca. Habían pasado unos 13 años desde que no
publicaba un libro de creación literaria; a partir de entonces retomó de manera
sostenida tal labor creativa, hasta su muerte. Pero su retorno a la literatura
no lo apartó de la etnología. En 1955 su cuento «La muerte de los Arango»
obtuvo el primer premio del Concurso Latinoamericano de Cuento organizado en
México.
A fin de complementar su formación profesional, se especializó en
la Universidad de San Marcos en Etnología, de la que optó el grado de
Bachiller el (20 de diciembre de 1957) con su tesis «La evolución de las
comunidades indígenas», trabajo que obtuvo el Premio Nacional Fomento a la
Cultura Javier Prado 1958. Por entonces realizó su primer viaje por Europa,
becado por la UNESCO, para efectuar estudios diversos, tanto en España como en Francia. Durante el tiempo que permaneció en España, Arguedas hizo investigaciones entre las
comunidades de la provincia de Zamora, buscando las raíces hispanas de la cultura
andina, que le dieron material para su tesis doctoral: «Las Comunidades de
España y del Perú», con la que se graduó el 5 de juliode 1963.
Su narrativa cumbre
En 1958 publicó Los ríos profundos, novela autobiográfica, por la cual recibió en
1959 el Premio Nacional de Fomento a la Cultura «Ricardo Palma». Esta novela ha
sido considerada como su obra maestra. Por entonces empezó a ejercer como
catedrático de Etnología en la Universidad de San Marcos (de 1958 a 1968). De la misma disciplina fue
también profesor en la Universidad Nacional Agraria La
Molina (de 1962 a 1969).
En 1961 publicó su novela El Sexto, por la cual se le concedió, por segunda vez, el
Premio Nacional de Fomento a la Cultura «Ricardo Palma» (1962). Dicha obra es
un relato novelado de su experiencia carcelaria en el famoso penal situado en
el centro de Lima, que sería clausurado en 1986.
En 1963 fue nombrado Director de la Casa de la Cultura del Perú, donde
llevó a cabo una importante labor profesional; sin embargo, renunció al año siguiente,
como gesto de solidaridad para con el presidente de la Comisión Nacional de
Cultura.
En 1964 publicó su obra más ambiciosa: Todas las
sangres, novela
de gran consistencia narrativa, en la que el escritor quiso mostrar toda la
variedad de tipos humanos que conforman el Perú y a la vez los conflictos
determinados por los cambios que origina en las poblaciones andinas el progreso
contemporáneo. Sin embargo, esta novela fue criticada severamente durante una
mesa redonda organizada por el Instituto de Estudios Peruanos el día 23 de
junio de 1965, aduciéndose que era una versión distorsionada de la sociedad
peruana. Estas críticas fueron devastadoras para Arguedas, quien aquella misma
noche escribió estas líneas desgarradoras:
… casi demostrado por dos sabios sociólogos y un
economista, […], que mi libro Todas las sangres es negativo
para el país, no tengo nada que hacer ya en este mundo. Mis fuerzas han
declinado creo que irremediablemente.12
Uno de los críticos desaforados de la obra arguediana era el
escritor Sebastián Salazar Bondy. Según la interpretación de algunos, esas críticas
fueron uno de los tantos eslabones que se sumaron a alimentar la depresión de
Arguedas, que lo llevaría a su primer intento de suicidio al año siguiente
No obstante, su labor intelectual siguió recibiendo reconocimientos
oficiales. En ese mismo año de 1964 su labor de docente mereció el otorgamiento
de las «Palmas Magisteriales» en grado de Comendador y una Resolución Suprema
firmada por el presidente Fernando Belaúnde Terry dándole las «gracias por los servicios
prestados a favor de la cultura nacional». Fue nombrado también Director del
Museo Nacional de Historia, cargo que ejerció hasta 1966.
En 1965 Arguedas inició su divorcio de Celia a la vez que entablaba una
nueva relación con una dama chilena, Sybila Arredondo, con quien se casó en
1967, una vez fallada la sentencia de divorcio. Sybila lo acompañó hasta el
final de su vida; décadas después, estuvo presa en el Perú acusada de tener
vínculos con el grupo terrorista Sendero Luminoso y tras ser liberada volvió a su país en el
2002.
Ese mismo año de 1965 Arguedas hizo numerosos viajes al extranjero y al
interior del Perú. En enero estuvo en Génova, en un congreso de escritores, y en abril y mayo pasó dos meses,
invitado por el Departamento de Estado, recurriendo universidades
norteamericanas (en Washington
D.C., California eIndiana). De regresó a Perú, visitó Panamá. En junio asistió al primer Encuentro de Narradores
Peruanos, realizado en Arequipa, donde sostuvo una polémica con Sebastián Salazar Bondy quien días después falleció víctima de
una cirrosis hepática congénita. En septiembre y octubre
estuvo enFrancia. Pero se dio tiempo para publicar, en edición
bilingüe, su cuento El sueño del pongo.
En 1966 hizo tres viajes a Chile (en enero, por diez días, en julio, por cuatro y en septiembre por
dos) y asistió, en Argentina, a un congreso de interamericanistas, luego del
cual visitó Uruguay por dos semanas. Ese mismo año publicó su
traducción al español de la crónica Dioses y hombres de Huarochirí del
doctrinero hispanoperuano Francisco de Ávila.
Depresión y suicidio
La depresión de Arguedas hizo crisis en 1966, llevándolo a un primer
intento de suicidio por sobredosis de barbitúricos el 11 de abril de aquel año.
Desde algunos años atrás, el escritor venía recibiendo múltiples tratamientos
psiquiátricos, describiendo sus padecimientos en sus escritos:
Yo estoy sumamente preocupado con mi pobre salud.
(...) He vuelto fatigadísimo, sin poder dormir y angustiado. Tengo que ir a
donde el médico nuevamente; aunque estos caballeros nunca llegan a entender
bien lo que uno sufre ni las causas. Lo malo es que esto me viene desde mi
infancia (carta a John Murra, 28 de abril de 1961).13
Un poco por miedo otro poco porque se me necesitaba
o creo que se me necesitaba he sobrevivido hasta hoy y será hasta el lunes o martes.
Temo que el Seconal no me haga el efecto deseado. Pero creo que ya nada puedo
hacer. Hoy me siento más aniquilado y quienes viven junto a mí no lo creen o
acaso sea más psíquico que orgánico. Da lo mismo. (...) Tengo 55 años. He
vivido bastante más de lo que creí (carta a Arístides Arguedas, 10 de abril de
1966).14
A partir del intento de suicidio, su vida ya no volvió a ser la misma.
Se aisló de sus amigos y renunció a todos los cargos públicos que ejercía en elMinisterio de Educación, con el propósito de dedicarse solamente a sus
cátedras en la Universidad Agraria y en la de San Marcos. Para tratar su mal se
puso en contacto con la psiquiatra chilena Lola Hoffmann, quien le recomendó, a manera de tratamiento, que
continuara escribiendo. De este modo publicó otro libro de cuentos: Amor
mundo (en ediciones simultáneas en Montevideo y en Lima, en 1967), y
trabajó en la que sería su obra póstuma: El zorro
de arriba y el zorro de abajo.
En 1967 dejó su magisterio en la Universidad de San Marcos, y, casi simultáneamente, fue elegido jefe del
departamento de Sociología de la Universidad Nacional Agraria La
Molina, a la cual se consagró a
tiempo completo. Continuó su afiebrado ritmo de viajes. En febrero estuvo
en Puno, presidiendo un concurso folclórico con motivo de
la fiesta de la Candelaria. En marzo pasó 15 días en México, con motivo del
Segundo Congreso Latinoamericano de Escritores, en Guadalajara, y ocho días en Chile, en otro certamen literario.
A fines de julio viajó a Austria, para una reunión de antropología, y en noviembre
estaba de nuevo en Santiago de Chile, trabajando en su novela de los «zorros».
En 1968 le fue otorgado el premio «Inca Garcilaso de la Vega», por haber
sido considerada su obra como una contribución al arte y a las letras del Perú.
En esa ocasión pronunció su famoso discurso: «No soy un aculturado». Del 14 de
enero al 22 de febrero de ese año estuvo en Cuba, con Sybila, como jurado del Premio Casa de las Américas. Ese mismo año y el siguiente tuvo su amarga
polémica con el escritor argentino Julio
Cortázar, y viajó
varias veces a Chimbote, a fin de documentar su última novela.
A principios de 1969 hizo su último viaje a Chimbote. Ese mismo año hizo
tres viajes a Chile, el último de los ellos por cerca de cinco meses, de abril
a octubre. Por entonces se agudizaron nuevamente sus dolencias psíquicas y
renació la idea del suicidio, tal como lo atestiguan sus diarios insertos en su
novela póstuma:
Yo no voy a sobrevivir al libro. Como estoy seguro
que mis facultades y armas de creador, profesor, estudioso e incitador, se han
debilitado hasta quedar casi nulas y sólo me quedan las que me relegarían a la
condición de espectador pasivo e impotente de la formidable lucha que la
humanidad está librando en el Perú y en todas partes, no me sería posible
tolerar ese destino. O actor, como he sido desde que ingresé a la escuela
secundaria, hace cuarentitrés años, o nada. (Epílogo, 29 de agosto de 1969).15
Finalmente renunció a su cargo en la Universidad Agraria. El 28 de
noviembre de 1969 le escribió a su esposa Sibyla:
¡Perdóname! Desde 1943 me han visto muchos médicos
peruanos, y desde el 62, Lola, de Santiago. Y antes también padecí mucho con
los insomnios y decaimientos. Pero ahora, en estos meses últimos, tú lo sabes,
ya casi no puedo leer; no me es posible escribir sino a saltos, con temor. No puedo
dictar clases porque me fatigo. No puedo subir a la Sierra porque me causa
trastornos. Y sabes que luchar y contribuir es para mí la vida. No hacer nada
es peor que la muerte, y tú has de comprender y, finalmente, aprobar lo que
hago.16
Ese mismo día (28 de noviembre de 1969) se encerró en uno de los baños
de la universidad y se disparó un tiro en la cabeza. Pasó cinco días de agonía
y falleció el 2 de
diciembre de
1969.
El día de su entierro, tal como el escritor había pedido en su diario,
el músico andino Máximo Damián tocó el violín ante su féretro ―acompañado
por el arpista Luciano Chiara y los danzantes de tijera Gerardo y Zacarías
Chiara― y luego pronunció un breve discurso, en palabras que transmitieron el
sentimiento del pueblo indígena, que lamentó profundamente su partida.
Sus restos fueron enterrados en el cementerio El Ángel. En junio del
2004 fue exhumado y trasladado a Andahuaylas, el lugar donde nació.
En 1969 ―el mismo año en que suicidó― Arguedas concedió una entrevista
a Ariel
Dorfman para
la revista Trilce:
Entiendo y he asimilado la
cultura llamada occidental hasta un grado relativamente alto; admiro a Bach y a
Prokofiev, a Shakespeare, Sófocles y Rimbaud, a Camus y Eliot, pero más
plenamente gozo con las canciones tradicionales de mi pueblo; puedo cantar, con
la pureza auténtica de un indio chanka, un harawi de cosecha. ¿Qué soy? Un
hombre civilizado que no ha dejado de ser, en la médula un indígena del Perú;
indígena, no indio. Y así, he caminado por las calles de París y de Roma, de
Berlín y de Buenos Aires. Y quienes me oyeron cantar, han escuchado melodías
absolutamente desconocidas, de gran belleza y con un mensaje original. La
barbarie es una palabra que inventaron los europeos cuando estaban muy seguros
de que ellos eran superiores a los hombres de otras razas y de
otros continentes «recién descubiertos».
Novelas
·
1958: Los ríos profundos Premio Nacional de Fomento a la Cultura
Ricardo Palma en 1959. Fue reeditada en 1978 por la Biblioteca Ayacucho de
Caracas con prólogo de Mario Vargas Llosa.
·
1961: El Sexto Premio Nacional de Fomento a la Cultura
Ricardo Palma en 1962.
Cuentos
·
1935: Agua. Colección de cuentos integrada por: Agua, Los
escoleros y Warma kuyay. Segundo premio en el
concurso internacional promovido por la Revista Americana de Buenos Aires.
Traducida al ruso, alemán, francés e inglés por La Literatura Internacional,
de Moscú.
·
1955: La muerte de los Arango. Cuento. Primer premio del
Concurso Latinoamericano de Cuento en México.
·
1967: Amor mundo. Colección de cuatro cuentos de tema
erótico: «El horno viejo», «La huerta», «El ayla» y «Don Antonio».19
Recopilaciones póstumas
·
1972: El forastero y otros cuentos (Montevideo:
Sandino). Contiene «El
barranco», «Orovilca», «Hijo solo» y «El forastero».
·
1973: Cuentos olvidados (Lima: Imágenes y Letras).
Compilación de cuentos perdidos en periódicos y revistas de los años 1934 y
1935, edición y notas de José Luis Rouillon.
·
1974: Relatos completos (Buenos Aires: Losada).
Contiene los siguientes importantes relatos: «Agua», «Los escoleros», «Warma kuyay», «El
barranco», Diamantes y pedernales, «Orovilca», «La muerte de los Arango»,
«Hijo solo», La agonía de Rasu Ñiti, El sueño del pongo, «El horno viejo», «La huerta», «El ayla» y «Don
Antonio».
Poesía
Escritos primero en quechua, y luego traducidos al español por el mismo
autor, los poemas de Arguedas asumen conscientemente la tradición de la poesía
quechua, antigua y moderna, convalidan la visión del mundo que la anima,
revitalizando sus mitos esenciales y condensan en un solo movimiento la
protesta social y la reivindicación cultural.
·
1962: Túpac Amaru Kamaq taytanchisman. Haylli-taki. A nuestro
padre creador Túpac Amaru. Himno-canción.
·
1966: Oda al jet.
·
1969: Qollana Vietnam Llaqtaman / Al pueblo excelso de Vietnam.
·
1972 – Katatay y otros poemas. Huc jayllikunapas. Poemas en
versiones quechua y española. Publicado póstumamente por Sybila Arredondo de
Arguedas.
Edición de obras
completas
En 1983 la editorial Horizonte, de Lima, editó las obras completas de
José María Arguedas en cinco tomos, compilada por Sybila Arredondo de Arguedas,
viuda del escritor.
Centenario de su nacimiento
En 2011, con motivo del centenario del nacimiento de José María
Arguedas, se programaron diferentes actividades en honor al novelista
indigenista. La primera de ellas fue la propuesta de que el Gobierno del Perúdeclare el 2011 como el Año del Centenario
del Nacimiento de José María Arguedas, sin embargo, esta fue dejada de lado
y el 31 de diciembre de 2010 el presidente Alan García declaró el año 2011 como «Año del Centenario
de Machu
Picchu para el Mundo», al
conmemorarse también el centenario del redescubrimiento de la ciudadela inca en
el 2011. La polémica sobre esta decisión continuó, puesto que muchos opinaron
que fue una mezquindad no otorgarle el 2011 a uno de los más grandes estudiosos
del Perú profundo.
El día de su centenario, 18 de enero de 2011, se realizaron diversas
actividades en su homenaje. En Lima, se organizó un pasacalle a cargo del TUC (Teatro de la Universidad Católica) que salía
del Congreso de la República, por la avenida Abancay, hacia el Parque Universitario, con el uso de carromatos, zancos, personajes
típicos de la literatura arguediana. Allí se presentó la Acción Escénica que
tomó textos, testimonios, poemas, fragmentos de obras, y figuras, como la del
Zorro de Arriba y el Zorro de Abajo, usando máscaras, y un gran despliegue de actores. Luego se trasladaron a la histórica
Casona de la Universidad
Nacional Mayor de San Marcos, donde el Ministro de Cultura inauguró la muestra Arguedas y el arte
popular.
En Andahuaylas, Apurímac, más de 5 mil personas desfilaron en un pasacalle
por la ciudad desde las siete de la mañana acompañados de bailes folclóricos y
la favorita de Arguedas, la Danza de tijeras. La celebración comenzó con una misa a las 7 am
oficiada en quechua en la Iglesia de San Pedro, seguida de un repicar de
campanas.20
En Bermillo de Sayago ―población
que le sirvió de estudio para su tesis doctoral Las comunidades de
España y del Perú―, se realizó un homenaje con el lema «Perú en el “Alma
sayaguesa”, Bermillo de Sayago, 1958, a la luz de Arguedas».